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¡Los científicos dicen que no puede ocurrir! ¡Es imposible!

La teoría de la aerodinámica es muy clara. Los abejorros no pueden volar.
Una noche miraba por televisión un programa en el Discovery Chanel. Trataba sobre el vuelo de los insectos y lo que pueden enseñarle al hombre respecto de la aerodinámica. El programa mostraba el delicado vuelo de la mariposa, el sofisticado vuelo de mosca, el torpe volar de los escarabajos, el rítmico vuelo de la abeja y el "imposible vuelo del abejorro". Un ingeniero mecánico, especialista en aerodinámica decía que era imposible, desde la estructura corporal del abejorro, que éste pudiera volar: tiene una masa corporal demasiado grande para ser soportada por alas tan diminutas. Con esas proporciones es imposible que ese "bicho" pueda volar. 

Habría que hacerle unas correcciones en su diseño estructural para que siquiera pueda sostenerse en el aire por unos cuantos segundos:
Reducir su abdomen en un 40% de su tamaño. 
Agrandar sus alas en un 100%.
Quitarle la vellosidad que lo caracteriza para que no oponga resistencia al aire.

Aún con estos cambios - decía el especialista - será un volador muy torpe y no podrá sostenerse durante mucho tiempo en el aire.

Sin embargo, mientras el técnico se esforzaba por demostrar la imposibilidad del vuelo del abejorro, allí estaba este bicho negro, desproporcionado y peludo volando plácidamente contra toda ley aerodinámica, libando despreocupado el néctar de una flor.

Se debe al tamaño, el peso y la forma del cuerpo del abejorro no está en relación al tamaño de sus alas, lo que, aerodinámicamente, hace imposible que pueda volar. El abejorro es demasiado pesado, ancho y largo para volar con alas tan pequeñas.

Sin embargo, el abejorro sabe todas esas proporciones y datos científicos y vuela.

Dios creó al abejorro y le enseñó a volar. Obviamente que el abejorro no le preguntó a Dios sobre el problema de la aerodinámica. Él, simplemente, voló. Tampoco le preguntó a Dios si sabía lo que estaba haciendo. Él, simplemente, voló. No se preguntó si Dios lo amaba, al darle esas alas tan pequeñas. Él, simplemente, voló.

Cuando Dios nos creó nos equipó para la vida que tenemos por delante. Dios sabe los planes que tiene para nuestra vida.
Como nos ama, nos prometió estar con nosotros, enseñarnos, guiarnos, ser nuestra roca. Todo lo que tenemos que hacer es confiar y obedecer.

Dios no está limitado por nuestra comprensión de cómo suceden las cosas. Sólo porque no vemos algo, no significa que no sea real. La fe es, verdaderamente, la sustancia de las cosas que no se ven. A veces, la vida es inexplicable y sucede lo imposible. No siempre podemos explicar las cosas.

Y el hecho de que no entendamos cómo se hace algo, no significa que el Dios Todo poderoso no pueda hacerlo.

¡¡¡Alto!!! ¡¡¡No más!!! Aprendamos del abejorro: nadie se eleva más allá de sus propias expectativas. Si esperas poco de ti mismo, darás poco. Si piensas en grande, alcanzaras grandezas...

No les cortes las alas a tus seres queridos... Si les enseñas a soñar volarán muy alto y ¡quién sabe cuál será la próxima flor que visiten!

¡Es imposible! No puede volar...